La gira mundial de Nicolás Capogrosso en primera persona

El vóley playa no solo es un deporte para Nicolás Capogrosso, sino también una puerta a experiencias únicas, viajes inesperados y aprendizajes constantes. En esta entrevista, Nicolás nos cuenta sus anécdotas más divertidas, los destinos más exóticos y lo que significa compartir la arena con su hermano y compañero de equipo, Tomi.

Nicolas Capogrosso

6/29/20256 min read

¿Cuál fue el destino más inesperado o exótico al que te llevó el vóley playa?

El destino más exótico fue Kuhlungsborn en 2018, uno de los pueblos más al norte de Alemania. Nunca pensé estar en un lugar así, con una población mayor, el mar negro frío y muy poco sol. Seguramente si no fuera por el vóley playa, ni siquiera sabría que ese pueblo existe.

¿Recordás alguna situación graciosa o incómoda en un aeropuerto o durante un vuelo?

En los aeropuertos siempre te pueden sorprender: perder un vuelo, que no llegue la maleta o discutir con Tomi porque no me sale el check-in. La peor fue en Letonia, mi primer vuelo con Ryanair. No sabía que había que hacer el check-in 24 horas antes o te cobraban 60 euros, más caro que el vuelo. Me enojé con la persona del check-in explicándole que Ryanair no se iba a fundir por esos 60 euros, pero para mí era mucho. Lo mejor fue llegar a Bruselas un día de julio en plena época de Tomorrowland y encontrar una fiesta electrónica en medio del aeropuerto, gente bailando con las maletas. Obviamente me sumé, y todavía sueño con ir con mi novia a Tomorrowland.

¿Qué país te sorprendió más, para bien o para mal?

El primer impacto cultural fuerte fue Bolivia, en mi primer sudamericano en Sucre. Había paro cívico y los camiones estaban cruzados en las calles para que la gente no pase. Nos llevaron en motos de policía por las montañas, un recuerdo muy extraño que nunca voy a olvidar. Pude conocer Sucre desde adentro, y fue un impacto bastante grande, muy diferente a la realidad que conocía en Argentina.

¿Qué es lo primero que hacés cuando llegás a un país nuevo?

Lo primero que hago es buscar la manera más barata de llegar al Airbnb o al hotel, JAJAJA.

¿Cómo se manejan con los idiomas en torneos donde casi nadie habla español?

Generalmente hablamos inglés con la mayoría de los jugadores. Yo no lo manejo a un nivel muy alto, hablo lo justo y necesario, entiendo todo y hasta hago chistes, pero obviamente no es igual que hablar en nuestro idioma. Normalmente nos juntamos entre los que hablamos español, que somos varios, y formamos relaciones más fuertes que con los que hablan inglés. Extrañamos mucho a Pablo y Adri de España, que este año no están en el tour, y todavía no hemos podido crear una mesa como las de años anteriores en las noches de torneo.

¿Cuál fue la comida más rara o diferente que probaste en una gira?

El ceviche, aunque parece algo internacional, tiene un sabor único en Perú. También una sopa rosa en Letonia, llamada auksta zupa, que fue un poco extraña. Mi compañero Tocs la vendía como la mejor sopa de mediodía, pero mi novia lituana me advirtió que probablemente no me gustaría mucho… y tenía razón.

¿Alguna vez tuvieron que competir con el estómago “en modo supervivencia”?

Muchas veces, sobre todo en países donde el agua no está bien. Recuerdo Bolivia, México, Perú… la he pasado muy mal.

¿Tenés algún recuerdo muy loco que solo podría pasarte en el circuito?

De chico, mi ídolo en beach vóley era Phil Dalhausser, para mí el mejor jugador del momento, como es ahora Mol. Un día me tocó jugar contra él por primera vez en Cincinnati, EE.UU. Empecé el partido tirando las primeras siete pelotas afuera, feliz de estar jugando contra mi ídolo. En el segundo set, en un punto muy parejo, usé sus manos para bloquear y el árbitro dio el punto para él. Yo esperaba que Phil, un campeón olímpico con decenas de medallas, me acusara del toque, pero no solo no lo hizo, sino que le dijo al árbitro que no la había tocado para que cobrara el punto para mí. Ahí entendí que no hay ídolos si querés marcar tu carrera: nadie te va a regalar nada, tenés que conseguirlo por tus propios medios. Ese día Phil dejó de ser mi ídolo, y nunca más acusé un toque de bloqueo.

¿Cuál fue el hotel más raro o insólito donde se alojaron?

Creo que Dubái superó todas las posibilidades: un hotel conectado a un shopping con una pista de esquí dentro.

¿Alguna historia épica de perder algo importante?

Una vez, en Chile, estaba casi dormido cuando sentí que la cama se movía para todos lados. Pensé que mi compañero me estaba molestando, pero al despertar también lo vi asustado. Era un terremoto en el piso 7 u 8. Fueron 30 segundos desesperantes que terminaron en risas porque no pasó nada grave. Recuerdo salir corriendo sin ropa por el pasillo para meterme debajo de algo.

¿Qué fue lo más emocionante que viviste fuera de la cancha en un torneo?

El momento más emocionante fue cuando el último hisopado de COVID-19 dio negativo y supe que al día siguiente iba a poder debutar en los Juegos Olímpicos de Tokio. Fueron seis meses de muchos tests, y ese resultado me habilitaba a jugar. Me quebré en llanto en el baño de nuestra habitación. Al día siguiente, entramos abrazados a la cancha, y todo el esfuerzo había valido la pena. Ser olímpico era un sueño, y sabíamos que la mayoría no lo consigue. Ese recuerdo siempre lo llevaré conmigo.

¿Cómo es compartir tanto tiempo con tu hermano durante las giras?

Tomi llegó a mi vida deportiva de forma inesperada. Él venía del vóley indoor y me agarró en un momento en que no tenía tan claro si quería seguir jugando porque no veía un camino claro en el circuito mundial, una deuda pendiente para mí. Decidimos iniciar este proyecto juntos, que me llenó de energía y ganas. Tomi es un crack dentro y fuera de la cancha, trabaja más que nadie y no tiene miedo a nada. Ese esfuerzo paga, y hoy que estamos entre los top 10 mundiales, sé que mucho es gracias a él.

¿Hay rituales o costumbres que hacen siempre antes o después de competir?

Tengo varios rituales de concentración, sobre todo en la activación del día y durante el partido. Trabajo mucho la respiración punto a punto para no perder el foco. Seguramente me verán respirando profundo antes de sacar o en los tiempos técnicos. Ahora estoy haciendo clases de yoga por la mañana para activar el cuerpo, y he encontrado un gran balance entre activación y no cansarme. Antes se hablaba de entrar en calor con la pelota, pero muchas veces eso genera desgaste o estrés innecesario. Con el yoga logré ese equilibrio.

¿Qué es lo que la gente no ve del día a día en las competencias internacionales?

Adentro de la alta competencia se vive con mucha concentración y nervios por el próximo partido. También me di cuenta que se nota rápido quién es número 1 y quién es número 40 del mundo: en las redes sociales, entrenando, al entrar a la cancha. El top 10 tiene una forma de ser distinta, más marcada. No solo son mejores jugando, sino en todo: desde cómo se muestran en redes hasta entrenar minutos antes de un partido.

¿Cómo manejan el jetlag, el estrés, la nostalgia o estar lejos de casa?

El jetlag se maneja llegando con anticipación; dos o tres días no alcanzan, cinco días es ideal. El estrés pre torneo nunca aprendí a manejarlo del todo, y mi psicólogo dice que es lo que me mantiene alerta y con ganas de competir. Si perdiera ese estrés, probablemente dejaría de jugar. Estar lejos de casa no lo sufro tanto, aunque a veces se hace largo.

¿Qué aprendiste de vos mismo viajando tanto?

Aprendí a estar solo y a valorar mucho a mi familia, amigos y las cosas simples, como tomarte un café en tu sillón, juntarte a comer un asado con amigos o ver a tus primitos y tías los domingos.

¿Qué cosas del circuito internacional te gustaría que más gente supiera?

El beach vóley es un deporte muy divertido de ver y jugar, pero todavía no está bien explotado en cuanto a alcance de espectadores. Otros deportes menos divertidos tienen mejor marketing.

Si tuvieras que elegir un solo país para volver a competir por el resto de tu vida, ¿cuál sería?

Argentina. Siempre.